De cenizas , pueblos y libros....
CUANDO LA CENIZA VINO DE PALABRAS ESCRITAS.
El diez de junio de 1933 Hitler ordenó la quema de libros perpetrada en Berlín en 1933; sólo llevaba tres meses y medio en el poder y las paredes de la Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín fueron testigos de una hoguera alimentada por letras, palabras, oraciones, párrafos, capítulos y libros y libros con portadas diferentes y diferenciadas, sobretodo en el contenido más que en el continente. Allí estaba presenciándolo el ideólogo nazi y mano derecha de Hitler Joseph Goebbels (ministro de Ilustración Popular y Propaganda del Reich). No lo vi y no lo vimos, pero no nos equivocamos si imaginamos su sonrisa cínica observando como los estudiantes nacionalsocialistas tiraban libros al aire para caer entre las llamas y las brasas. El resultado la ceniza que, sin que ellos se diesen cuenta, puede ser la tinta que escribe sobre un papel en blanco. Se quemaron las palabras de escritores y pensadores tan cercanos como: Heinrich Mann, Sigmund Freud, Karl Marx, Kurt Tucholsky, Carl von Ossietzki y Erich Kästner.
Hoy en esa misma plaza berlinesa, la Bebelplatz, y en ese lugar donde la hoguera se llevó tanto sin dejar apenas unos sacos de ceniza se encuentra un cristal, por adoquines, que deja ver en el fondo subterráneo unas estanterías vacías donde no existe el orden ni el concierto…porque recuerda que en un tiempo no hubo nada que ordenar. Delante de ella, una lápida recordatoria lleva inscritas las palabras de Heinrich Heine pronunciadas en 1820: "Esto fue sólo un preludio. Donde se quema libros, también se quema a la gente".
Estas palabras de Heine se cumplen metódicamente….las cenizas de los cuerpos de miles y miles de seres humanos se esparcieron por muchos rincones centroeuropeos desde chimeneas humeantes que nacían de campos de concentración donde los nazis ejercían de maestros del horror.
Desde ese momento los seguidores de Hitler definieron como histórico se abalanzaron contra las bibliotecas las muchedumbres encolerizadas del fanatismo nazi, ardieron palabras desde plumas como Thomas Mann, Sigmund Freíd, Heinrich Mann, Bertolt Brecht, Franz Werfel, Lion Feuchtwanger, Ernst Toller o Stefan Zweig; artistas como Paul Klee, Lyonel Feininger, Bruno Walter, Arnold Schönberg o Kurt Weill y arquitectos como Walter Gropius, Mies van der Rohe o Erich Mendelsohn…..y estudiosos como los cientíticos Albert Einstein, Siegfried Marck o Paul Tillich que vivieron la sinrazón . Muchos de los intelectuales alemanes y centroeuropeos que no comulgaban con las ideas nazis se fueron a otros países donde les acogieron y donde sus capacidades volvieron a aflorar.
Pero la historia no da lecciones a la maldad así el 29 de abril de 1976, Luciano Benjamín Menéndez, jefe del III Cuerpo de Ejército con asiento en Córdoba, ordenó una quema colectiva de libros, entre los que se hallaban obras de Proust, García Márquez, Cortázar, Neruda, Vargas Llosa, Saint-Exupéry, Galeano... Dijo que lo hacía "a fin de que no quede ninguna parte de estos libros, folletos, revistas... para que con este material no se siga engañando a nuestros hijos". Y agregó: "De la misma manera que destruimos por el fuego la documentación perniciosa que afecta al intelecto y nuestra manera de ser cristiana, serán destruidos los enemigos del alma argentina". (Diario La Opinión, 30 de abril de 1976).
Y seguro que hay muchos más episodios en la historia global de la humanidad…pero todos escritos en las cenizas que la memoria nunca borra.
1 comentario
Manuel Trujillo Berges -
Un abrazo y hasta la próxima,