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Letras desde Cazarabet

La gelada de 1956.

La helada del 56 . Mirada y  pluma de Lluís Rajadell. A modo de introducción.El periodista de  la Val-de-roures Luís Rajadell ha escrito una de las crónicas más importantes como escritor y como narrador que observa el entorno para plasmarlo en crónicas. Se trata de la crónica que  nos cuenta la “gelada” (helada) que en el año 1956 marcó un antes y un después en la vida social y económica de todo nuestro territorio Cazarabet y más allá. Rajadell se centra en la capital de la comarca turolense del Matarranya porque es su tierra, su pueblo. La Vall-de-roures fue  uno de los que más sufrió aquel crujido del febrero del 56 en sus árboles y, sobretodo, en sus bancales de olivar que vertebraban años y años de historia. El frío siberiano rompió el invierno a partir del 2 de febrero del 56, pocos pensaron en que aquel día bajo ese intenso frío terminase con su cotidianidad, muchas cosas cambiaron por un “capricho” del invierno. El frío glacial apareció para cambiar las cosas y lo consiguió. Se considera la ocurrencia de heladas, registrada en el abrigo meteorológico (es decir a 1,50 metros sobre el nivel del suelo), con 0ºC. Esta forma de definir el fenómeno fue acordada por los meteorólogos y climatólogos, si bien muchas veces, la temperatura de la superficie del suelo puede llegar a ser 3 a 4ºC menor que la registrada en el abrigo meteorológico. Hay que sintetizar con esta definición: se consideran temperaturas bajas aquellas temperaturas inferiores a las que permiten la actividad normal de la planta.Existen diferentes tipos de heladas, dependiendo de su origen se clasifican en: heladas de radiación, heladas mixtas, heladas de evaporación y heladas de advección como la que se dio en el 56. Éstas  se presentan en una región cuando ésta es "invadida" por una masa de aire frío cuya temperatura es inferior a 0ºC. Este tipo de heladas se caracteriza por la presencia de vientos con velocidades iguales o superiores a los 15 Km. /h y el gradiente de temperatura (variación de la temperatura con la altura) es negativo, sin inversión térmica. Las áreas afectadas son extensas y la nubosidad no influye sobre la temperatura, que experimenta variaciones con la marcha horaria. Las plantas se enfrían por contacto. Como consecuencia de las bajas temperaturas, en la planta se sucede lo siguiente: un debilitamiento de la actividad funcional reduciéndose entre otras cosas las acciones enzimáticas, la intensidad respiratoria, la actividad fotosintética y la velocidad de absorción del agua; un desplazamiento de los equilibrios biológicos frenándose la respiración, fotosíntesis, transpiración, absorción de agua y circulación ascendente y  finalmente la muerte celular con la destrucción de los tejidos.

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